Concilio Menonita de Puerto Rico

Una Carta para Usted

Estimado Amigo:

Bienvenido, y ¡gracias por visitarnos en esta página!

Escribimos esta carta para ayudarle a pensar bien en dónde va a terminar su vida. La vida es un camino, y nosotros todos andamos en una dirección u otra. Terminaremos o en el Cielo con nuestro Padre Dios o en el lago de fuego—el Infierno—sin Dios. Uno es ganancia y vida; el otro es perdición y muerte.

Piénselo bien—usted puede escoger el camino que prefiere y aceptar el fin a que le lleva,
 o usted puede escoger el fin que prefiere y aceptar el camino que le lleva allí.

Jesús dijo, “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13, 14). Aunque sea el más difícil, ¡busquemos el camino angosto!

¿Cómo son las personas en los dos caminos?

En el camino angosto hay enfermos. En el ancho también. En los dos caminos anda gente pobre. En los dos caminos se encuentran personas aborrecidas y perseguidas por otros. En los dos caminos hay personas de buena educación. En los dos caminos hay varias personas solteras, varias casadas, y varias enviudadas. En los dos caminos hay individuos de mucho hablar, e individuos de poco hablar. En el camino angosto hay personas que tienen muchos amigos, y en el ancho también.

Estas cosas no son prueba de estar en el camino ancho o el camino angosto.

Además, en el camino angosto como en el ancho, hay personas que hacen muchas cosas buenas. En los dos caminos hay personas que creen que Dios existe—y que existe el diablo también. En los dos caminos hay personas que creen que Dios es bueno—y que el diablo es malo. En ambos caminos hay muchos que creen en el Cielo, y muchos que creen en el Infierno, el lago de fuego. En los dos caminos hay algunos que hacen milagros. En los dos caminos hay personas que piensan servir a Jesús.

En realidad, estas cosas tampoco son prueba de que uno esté en el camino correcto.

¿Cuál, entonces, es la diferencia entre los del camino ancho y los del camino angosto? ¿Qué es lo que distingue los en el camino angosto de los en el camino ancho?

Una ilustración

Lee la ilustración de Jesús en el mismo capítulo, Mateo 7:24-27. “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundad sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”

Dos hombres. Los dos escucharon (o leyeron) las palabras de Jesús.

Dos casas. Por fuera parecían iguales.

Dos fundamentos. La Roca, y la arena.

Una tormenta. Dio con ímpetu contra aquellas dos casas.

Dos fines. Una casa permaneció, pero una cayó para abajo en ruina.

Amigo, la diferencia entre aquellos dos edificadores es que uno hizo lo que Jesús dijo. El otro no. La diferencia entre las dos casas es que una fue construida sobre un fundamento firme—las palabras de Jesús. El otro no. Aun sabiendo la voluntad de Dios, no la hizo.

Lo que distingue a los en el camino angosto es su obediencia absoluta a Dios. Él que obtendrá entrada en el reino de los cielos, dijo Jesús, es “el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (verso 21).

La prueba

Jesús dijo, “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,” es como el hombre que fundó su casa sobre la roca. Cuando dice, “estas palabras,” parece hacer mención especial de las enseñanzas que Jesús acaba de dar en los capítulos 5-7 de Mateo. Dando un vistazo a estas palabras de Jesús en Mateo, capítulos 5, 6 y 7, vemos que los que andan por el camino angosto son los que:

  • Son mansos, misericordiosos, pacificadores, y demuestran también los demás características destacados por Jesús en Mateo 5:3-12.
  • No se enojan, sino buscan reconciliación en cada relación suya. (5:21-24)
  • No codician, sino practican la pureza de ojo, mente y corazón. (5:27-30)
  • Preservan la permanencia del matrimonio. (5:31-32)
  • No juran, sino dicen siempre la verdad sin necesidad de jurar. (5:33-37)
  • Prefieren aceptar una pérdida que pelear, por ejemplo, en la corte. (5:25, 26, 38-42)
  • Demuestran amor sincero a todos, aun a los que los tratan mal, orando por ellos y bendiciéndolos. (5:43-48)
  • Comparten sus bienes con los necesitados, pero no en manera que otros vean. (6:1-4)
  • Oran a su Padre y ayunan de corazón, no para ser visto de otros. (6:5-18)
  • No aumentan posesiones en el mundo, sino invierten en el Cielo, para que su corazón esté también allá. (6:19-23)
  • Buscan primeramente el reino de Dios y su justicia, y confían en su Padre por el sustento del cuerpo. (6:24-33)
  • No condenan a otros, sino reconocen que ellos mismos tienen problemas también. (7:1-5)

El árbol se conoce por su fruto. Las personas se conocen por sus vidas (7:15-20). Los que andan en el camino correcto, el camino angosto que llega a la vida, viven así como enseñó Jesús. El que llega bien, es el que camina correcto. Es el que vive en la voluntad de Dios.

El problema -- ¡y la solución!

Pero usted sabe, como todos sabemos, que no somos esa clase de persona. Por naturaleza somos como las personas de que habla Efesios 4:17-19, que andan en vanidad, tinieblas, lascivia e impureza. Lo que nos falta es un cambio interior. Porque dice allí también, “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos de nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:20-24).

Un nuevo hombre interior, creado conforme al carácter de Dios. ¡Esa es la solución! Inclinémonos ante Dios, arrepintámonos de haber vivido conforme a nuestros propios deseos y opiniones, y pidamos que él nos haga una nueva persona conforme a su corazón. Sometamos nuestra voluntad—voluntariamente—a la suya.

Amigo, si usted toma ese primer paso, y sigue caminando así, será uno de los suyos en verdad. Se encontrará andando en el camino angosto y difícil, pero buenísimo; lo que le va a llevar al reino eterno de Dios, para vivir con él eternamente. ¡Amén! 

Pero usted sabe, como todos sabemos, que no somos esa clase de persona. Por naturaleza somos como las personas de que habla Efesios 4:17-19, que andan en vanidad, tinieblas, lascivia e impureza. Lo que nos falta es un cambio interior. Porque dice allí también, “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos de nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:20-24).

Con Amor, Sus amigos de la iglesia menonita